lunes, 28 de diciembre de 2009

Absolución por asesinato (Hermana Fidelma 1) - Peter Tremayne

Entre los hermanos irlandeses era costumbre bañarse a diario, y cada nueve días se hacía uso del tigh'n alluis comunal, o sea, «la casa del sudor», en la que unas brasas de turba hacían que los usuarios sudasen copiosamente, tras lo cual se sumergían en agua fría para volver a entrar después en calor mediante enérgicas friegas.

Fidelma no estaba en contra de que los religiosos de ambos sexos viviesen juntos. Creía, al igual que la mayoría de los seguidores de Roma, de las Iglesias britanas e irlandesas e incluso de las orientales, que los religiosos debían casarse y procrear. Los únicos que ensalzaban el celibato y exigían la separación de sexos entre los religiosos eran los ascetas, y nunca había imaginado que la hermana Gwid pudiese ser una de ellos o respaldase sus postulados.

DOCENDO DISCIMUS. Fidelma sonrió. Era cierto: se aprende enseñando.

No creáis todo lo que oís de nuestra abadía. Nos regimos por la norma dum vivimus, vivamus, «mientras vivimos, vivamos».

El vizconde demediado - Ítalo Calvino

Mi tío estaba entonces en su primera juventud: la edad en que los sentimientos se abalanzan todos confusamente, no separados todavía en mal y en bien; la edad en que cada nueva experiencia, aun macabra e inhumana, siempre es temerosa y ardiente de amor por la vida.

Tendía la mirada al límite del horizonte nocturno, en donde sabía que se encontraba el campamento de los enemigos, y con los brazos cruzados se apretaba con las manos los hombros, contento de la certidumbre conjuntamente de realidades lejanas y distintas, y de su propia presencia en medio de ellas. Sentía la sangre de aquella guerra cruel, derramada en mil riachuelos sobre la tierra, llegar hasta él; y se dejaba lamer por ella, sin experimentar ira ni piedad.

No hay nada que guste tanto a los hombres como tener enemigos y comprobar después si son verdaderamente como se los imaginaron.

No hay noche de luna en que en las almas malvadas las ideas perversas no se enmarañen como nidadas de serpientes, y en que en las almas caritativas no nazcan lirios de renuncia y dedicación.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Magris y Vargas Llosa coinciden en que la Literatura nace del lado oscuro

Los dos escritores participaron en la Biblioteca Nacional de Perú en una conferencia-debate organizada por el Instituto Italiano de Cultura sobre "Novela, cultura y sociedad", en la que desgranaron algunas de sus ideas sobre la literatura y la sociedad, dado el carácter profundamente comprometido de ambos con su tiempo.

Dos eternos candidatos al Nobel de Literatura, el peruano Mario Vargas Llosa y el italiano Claudio Magris, coincidieron hoy en Lima en que la mejor literatura de ficción no nace de la razón, sino del lado oscuro e irracional del ser humano.

En esta reivindicación de lo irracional como germen de la mejor literatura, Magris lo comparó a "escribir con la mano o escribir con la cabeza" y, según él, los mejores escritores son los primeros, pues en ellos habita el genio, mientras los otros son los que se rigen por la inteligencia.

Para Vargas Llosa, la novela se escribe "con la totalidad humana", pero reconoció que "de la parte oscura y escondida" de su personalidad, que también llamó demonios y fantasmas, que "brota muchas veces una vivencia que da una riqueza mayor" a la literatura.

El peruano reivindicó la distinción entre los géneros literarios ahora tan discutidos, ya que para él el ensayo es "un gran esfuerzo de comprensión racional" de hechos, personas u obras literarias, mientras que la novela se escribe "con la razón humana, pero también con los fondos oscuros de los que somos vagamente conscientes y que al escribir van reflotando".

También reflexionaron sobre la construcción del tiempo en la literatura, mucho más compleja de lo que parece, y Magris comparó la labor del escritor, cuando trata de recomponer el fragmentario tiempo contemporáneo, con el hilo de Ariadna, el que servía para conducir a Teseo a la puerta del laberinto tejido por el Minotauro.

Vargas Llosa recordó que el tiempo literario, incluso en las obras clásicas, es siempre un artificio, pero "nunca arbitrario, sino necesario para la construcción del relato", y se mostró convencido de que muchas obras de ficción triunfan o fracasan por el buen o mal manejo de las sutilezas de la construcción temporal.

Subyugados por la figura de Ulises, los dos escritores pusieron de relieve no solo al Ulises-aventurero que todos los lectores sueñan con ser, sino también al Ulises-narrador que al regreso a Ítaca cuenta sus peripecias a Penélope y desliza exageraciones o incluso mentiras, es decir, una actitud por excelencia literaria.

Pero no solo de literatura versó el debate, ya que ambos fueron requeridos por el moderador, el escritor peruano Enrique Planas, para que se pronunciaran sobre problemas sociales contemporáneos, y concretamente el conflicto creciente entre la identidad occidental y la oriental que suponen las comunidades de emigrantes en Europa.

Magris recordó que para resolver el "miedo al otro" es fundamental una apertura y un diálogo, un permanente cuestionamiento de las ideas propias, pero trazando límites sobre los principios que consideró innegociables, como la igualdad de las personas.

Vargas Llosa se mostró de acuerdo, pero fue escéptico al "no ver una solución pronta y rápida" a los conflictos que crea el apego a las identidades colectivas, particularmente de las comunidades musulmanes en Europa, cuando colisionan con los derechos humanos.

Así, consideró que "grandes conquistas de la democracia se resquebrajan en nombre de la identidad", y puso como ejemplo el que existan reclamos abiertos para practicar cosas como los matrimonios negociados o la ablación del clítoris en nombre del respeto a la identidad y las tradiciones.
http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2009/12/10/_-02058926.htm

domingo, 6 de diciembre de 2009

El pintor de batallas - Arturo Pérez Reverte (2ª parte)

Y si algo me gusta de ti es el silencio que guardan tus silencios, tan parecido al de tus fotos frías y perfectas. No soporto los silencios rumorosos, ¿comprendes?... Una vez oí decir, o leí, que el excesivo análisis de los hechos termina por destruir el concepto... ¿O es al revés? ¿Los conceptos destruyen los hechos?

Hace mucho que no vuelvo a esa ciudad, y ahora deseo hacerlo de nuevo. Contigo, Faulques. Quiero que me ayudes a buscar la sombra de esa niña, y después, de vuelta al hotel, me la cosas de nuevo a los talones con hilo y aguja, silencioso, paciente, mientras me haces el amor con la ventana abierta y el frío de la laguna erizándote la espalda, mis uñas clavadas en ella, hasta que sangres y me olvide de ti, de Venecia y de todo cuanto he sido y cuanto me espera.

… un elemento básico de la mecánica cuántica era que el hombre creaba la realidad al observarla. Antes de tal observación, lo que verdaderamente existía eran todas las situaciones posibles. Sólo al mirar se concretaba la naturaleza, tomando partido. Había, por tanto, una indeterminación intrínseca de la que el hombre era más testigo que protagonista. O, puestos a apurar el asunto, ambas cosas a la vez: víctima tanto como culpable.

… a fin de capturar aquella mirada que no estaba al alcance de cualquiera. Era precisa determinada biografía para mirar así. Olvido la llamaba mirada de los cien pasos. Hay seres humanos, decía, que caminan cien pasos más allá que el resto, y ya nunca regresan. Luego entran en los bares y en los restaurantes y en los autobuses y casi nadie lo nota.

… cualquier ciudad de las muchas que vivían confiadas en el poder de sus colosos arrogantes: un bosque de edificios modernos, inteligentes, habitados por seres ciertos de su juventud, belleza e inmortalidad, convencidos de que el dolor y la muerte podían mantenerse a raya con la tecla intro de un ordenador.

Y es verdad que cualquier detalle puede cambiar la vida: un camino que no se toma, por ejemplo, o que se tarda en tomar a causa de una conversación, de un cigarrillo, de un recuerdo.

El hombre, recordaba haberle oído decir más de una vez, cree ser el amante de una mujer, cuando en realidad sólo es su testigo.

El pintor de batallas - Arturo Pérez Reverte (1ª parte)

El croata podía carecer de instrucción teórica, pero nadie le negaría intuición ni sutileza. Sobrevivir a lo que fuera, especialmente a la guerra, era una buena escuela. Lo obligaba a uno a volver sobre sí mismo y daba una forma de mirar. Un punto de vista. Los filósofos griegos tenían razón al decir que la guerra era madre de todas las cosas.

Somos producto, pensaría más tarde, de las reglas ocultas que determinan casualidades: desde la simetría del Universo hasta el momento en que uno cruza la sala de un museo.

Fui una de las últimas mujeres capaces de hacer sufrir a los hombres, comentó la anciana señora con una sonrisa apacible. Mi nieta, sin embargo, llegó demasiado tarde a un mundo demasiado viejo.

Las personas educadas, decía, seducimos a los demás con algo muy simple: hablamos siempre de aquello que les interesa. Ella podía seducir con palabras y silencios en cinco idiomas, imitaba voces y gestos ajenos con facilidad pasmosa, y tenía una memoria extraordinaria para los detalles.

Si no hay consuelo como resultado de la observación, sí puede haberlo en el acto de la observación misma. Me refiero al acto analítico, científico, incluso estético, de esa observación. Es -Gödel aparte- como los procedimientos matemáticos: poseen tal seguridad, claridad e inevitabilidad, que proporcionan alivio intelectual a quienes los conocen y manejan. Son analgésicos, diría yo. Así volvemos a un Aristóteles algo maltrecho, pero todavía útil: la comprensión, incluso el esfuerzo por comprender, nos salva. O al menos consuela, porque convierte el horror absurdo en leyes serenas.

Aquí está la página oficial de uno de mis escritores favoritos.