Decía un amigo mío, Claudius Van Vlardingenhoken, verdugo de Botaina, que había que intentar todos los caminos, asomarse a todos los mares, llamar a todas las puertas. ¿Qué camino -decía- nos lleva a la felicidad? ¿Por qué mar nadará el tiburón que menos nos hará sufrir? ¿Detrás de qué puerta se estará peinando la mujer que nos mirará sonriente?
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