martes, 7 de junio de 2011

El oscuro, Daniel Moyano


Todo llega en su tiempo justo. La postración obligada me ha llevado casi a las puertas de la sabiduría (calcule, lo que la sabiduría puede significar para mí). Ya no tengo impaciencias, y si antes hubiera podido pensar así jamás lo habría seguido por tantas calles y ciudades. Es bueno ver desarrollarse el día, sentir el movimiento de la tierra como algo que sucede íntimamente. Las estaciones, antes temidas, son ahora la misma existencia de uno que finge hermosas mutaciones. Los recuerdos mismos son una forma de permanencia, vida detenida, no sepultada, que está siempre al alcance de la mano, que es siempre una nueva posibilidad de vivir.

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