miércoles, 8 de junio de 2011

Las nubes, Juan José Saer


Me ha sido posible observar más de una vez, por haberlos frecuentado en dos continentes, que los ricos sustentan una alta opinión de sí mismos y que, por una inexplicable transposición, están convencidos de que su habilidad para ganar dinero los autoriza a pontificar tantos temas que desconocen, ya sean artísticos, políticos o filosóficos. 

En esa ciudad supe por primera vez, por haber vuelto a ella después de muchos años, que la parte del mundo que perdura en los lugares y en las cosas que hemos desertado no nos pertenece, y que lo que llamamos de un modo abusivo el pasado, no es más que el presente colorido pero inmaterial de nuestros recuerdos. 

Nunca sucede nada importante -el nacimiento, la muerte, la vida de todos los días son incoloros y poco interesantes- pero cuando de verdad sobreviene algo fuera de lo común, parece todavía menos real que una alucinación, y transcurre con la delgadez y la lejanía de un sueño impreciso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario