Habíase dado a las drogas, y hecho muchas cosas extrañas en busca de nuevas emociones, nuevas sensaciones. Decíale a Martin que se había pasado una vez tres días sin probar agua, de intento, con el fin de experimentar el deleite exquisito de mitigar luego aquella sed. Quién o qué fuera, nunca lo supo Martin. Era un hombre sin un pasado, cuyo futuro era una sepultura ya cavada, y en su presente, una acibarada fiebre de vivir.
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